Antes de conocer los medios para el estudio meteorológico en la Antártida, sería conveniente algunas nociones sobre esta disciplina científica:
La meteorología es una ciencia que estudia la composición, estructura y comportamiento dinámico de la atmósfera y los fenómenos que en ella suceden. Principalmente, el propósito de la meteorología es la predicción del tiempo atmosférico a corto y medio plazo. Estas predicciones son de gran importancia para numerosas actividades humanas. Para ello se basa en el estudio de la atmósfera, en particular de la troposfera.
Sin embargo, en principio en la Antártida esta ciencia no persigue un fin práctico, debido a que la vida humana y tipo de actividad en este continente se limita a los asentamientos científicos, cuya misión es precisamente el conocimiento. Además, en la Antártida los parámetros meteorológicos son exclusivos, es decir, no tienen parangón en otras regiones del planeta, por lo que no podrían ser aplicados fuera de su ámbito sin sufrir notables fracasos.
En el aspecto teórico, la meteorología aplica al estudio de la atmósfera las ecuaciones clásicas de la mecánica de fluidos y la termodinámica. En el primer caso se pretende descubrir la evolución dinámica de los grandes sistemas atmosféricos, y en el segundo se tiene en cuenta los fenómenos de intercambio del calor en las masas de aire, y sus repercusiones en el comportamiento global del sistema en que están inmersos.
Los sistemas de ecuación que intervienen en los cálculos meteorológicos son de orden elevado y contienen numerosos parámetros numéricos e incógnitas; su resolución, por tanto, es laboriosa. El empleo de los métodos numéricos en la predicción del tiempo sólo ha sido posible con la llegada de computadoras de gran potencia, apoyadas en tecnología de observación global por satélite, y regionalmente mediante estaciones automáticas. La necesidad de conocer detalladamente cada estado de la atmósfera para el cálculo posterior de la evolución, implica el de poseer en todo momento un número muy elevado de datos. De aquí que la observación sea un componente esencial de todo estudio meteorológico. En la Antártida, las estaciones meteorológicas son instalaciones fundamentales en cualquier infraestructura que pretenda ser eficaz en sus estudios. Las observaciones y registro del tiempo se realizan realmente desde el siglo 18. La supervisión pormenorizada de los registros antárticos empezaron a finales de 1950 (Nuestro país desde 1904, en la actual Base Orcadas). Por su parte, los observatorios meteorológicos en las zonas polares administran a horas prefijadas gran cantidad de datos relativos a presión, temperatura, humedad de la atmósfera, así como insolación, características de las nubes, precipitaciones, etc., posteriormente estos datos suelen ser intercambiados entre los diferentes observadores, para disponer no sólo de predicciones globales a corto plazo, sino también de una base de datos que, en el futuro, puede ser estadísticamente valioso.
La meteorología es una ciencia que estudia la composición, estructura y comportamiento dinámico de la atmósfera y los fenómenos que en ella suceden. Principalmente, el propósito de la meteorología es la predicción del tiempo atmosférico a corto y medio plazo. Estas predicciones son de gran importancia para numerosas actividades humanas. Para ello se basa en el estudio de la atmósfera, en particular de la troposfera.
Sin embargo, en principio en la Antártida esta ciencia no persigue un fin práctico, debido a que la vida humana y tipo de actividad en este continente se limita a los asentamientos científicos, cuya misión es precisamente el conocimiento. Además, en la Antártida los parámetros meteorológicos son exclusivos, es decir, no tienen parangón en otras regiones del planeta, por lo que no podrían ser aplicados fuera de su ámbito sin sufrir notables fracasos.
En el aspecto teórico, la meteorología aplica al estudio de la atmósfera las ecuaciones clásicas de la mecánica de fluidos y la termodinámica. En el primer caso se pretende descubrir la evolución dinámica de los grandes sistemas atmosféricos, y en el segundo se tiene en cuenta los fenómenos de intercambio del calor en las masas de aire, y sus repercusiones en el comportamiento global del sistema en que están inmersos.
Los sistemas de ecuación que intervienen en los cálculos meteorológicos son de orden elevado y contienen numerosos parámetros numéricos e incógnitas; su resolución, por tanto, es laboriosa. El empleo de los métodos numéricos en la predicción del tiempo sólo ha sido posible con la llegada de computadoras de gran potencia, apoyadas en tecnología de observación global por satélite, y regionalmente mediante estaciones automáticas. La necesidad de conocer detalladamente cada estado de la atmósfera para el cálculo posterior de la evolución, implica el de poseer en todo momento un número muy elevado de datos. De aquí que la observación sea un componente esencial de todo estudio meteorológico. En la Antártida, las estaciones meteorológicas son instalaciones fundamentales en cualquier infraestructura que pretenda ser eficaz en sus estudios. Las observaciones y registro del tiempo se realizan realmente desde el siglo 18. La supervisión pormenorizada de los registros antárticos empezaron a finales de 1950 (Nuestro país desde 1904, en la actual Base Orcadas). Por su parte, los observatorios meteorológicos en las zonas polares administran a horas prefijadas gran cantidad de datos relativos a presión, temperatura, humedad de la atmósfera, así como insolación, características de las nubes, precipitaciones, etc., posteriormente estos datos suelen ser intercambiados entre los diferentes observadores, para disponer no sólo de predicciones globales a corto plazo, sino también de una base de datos que, en el futuro, puede ser estadísticamente valioso.
1 comentario:
Amor, que interesante! Es lindo saber porque es que estan ahí y todos los estudios científicos que están haciendo. Gracias por compartir!
Lore
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